
Los gatos disponen de un especializado sistema que les permite olfatear y paladear al mismo tiempo.
Para comprender correctamente esta estrecha simbiosis entre el gusto y el olfato del gato, diremos que los felinos disponen de un órgano llamado órgano vomeronasal, “De Jacobsen” (un doctor Danés que lo descubrió hace más de 200 años) o Flehmen, una estructura tubular (dos conductos o canales nasopalatinos, entre la nariz y el paladar), quimiorreceptora (capaz de percibir sustancias químicas), situada tras los incisivos superiores, en el cartílago del septo nasal (“pared” que divide ambas fosas nasales), que permite "paladear" partículas gaseosas generalmente perceptibles por el olfato y no por el gusto.
La conexión con el cerebro de esta singular estructura se realiza con áreas asociadas a comportamientos sexuales, alimentarios, de defensa, sociales y secreciones neuroendocrinas. La información recibida por el órgano vomeronasal se transmite al sistema límbico, una zona especializada en las sensaciones (placer, miedo, ansiedad…).
El aire no atraviesa esta estructura si el animal no realiza una pose concreta: el comportamiento de Flehmen con la boca parcialmente abierta, los labios hacia abajo, la nariz arrugada… cerrando la ruta respiratoria normal y dirigiendo el aire hacia los incisivos; este comportamiento agranda la apertura de los conductos nasopalatinos y activa el mecanismo de succión del aire. De esa forma, el aire recogido es chequeado.
Esta acción tan sutil puede no ser evidenciada por los propietarios, y generalmente es utilizado para “analizar” la orina de otros animales, algo muy importante para los machos: podrán conocer la condición sexual de las hembras.
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