jueves, 20 de octubre de 2011

PECES ABISALES: LOS REYES DE LAS PROFUNDIDADES MARINAS

El fondo del mar es un pozo de sorpresas. En la actualidad se conocen unas 20.000 especies de peces, de las cuales una de las más sorprendentes son los peces abisales, que viven en lo más profundo de las aguas marinas. Para sobrevivir han tenido que adaptar su organismo a las duras condiciones en las que habitan. Por eso poseen órganos que les iluminan en la oscuridad como si fueran faroles y bocas de dientes afilados con las que atrapan las pocas presas que hay por esos lares
PALOMA CORREDOR
Los peces son los vertebrados más antiguos que se conocen, y al desarrollarse en todo tipo de aguas, desde pequeñas charcas hasta grandes océanos, no tuvieron más remedio que adaptar su organismo a las condiciones impuestas por el medio ambiente. Este determinó su forma alargada y achatada, su coloración, la respiración branquial y la aparición de las aletas. Pero entre las 20.000 especies de peces conocidas en la actualidad hay una enorme variedad. Los más curiosos son sin duda los abisales, que viven en los profundos abismos del mar.

La luz del sol es capaz de penetrar en el mar hasta los 300 metros de profundidad. Los rayos ultravioletas llegan hasta los 1.000 metros; a partir de ahí reina la más absoluta oscuridad. Los peces abisales viven mucho más abajo. Por ejemplo, el linofrino, que vive a unos 1.400 metros de profundidad y posee un extraño órgano colocado encima de la boca como si fuera un farol luminoso. Algunos poseen órganos luminosos alrededor de sus grandes ojos que funcionan como reflectores.
Otro de los problemas con el que han tenido que enfrentarse los peces abisales es que el alimento es escaso en las profundidades. Por eso tienen bocas enormes de dientes afilados. El chiasmodón es un curioso pez con un estómago extensible para poder digerir presas más grandes que él. Para extender el estómago, aparta a un lado el corazón y saca las branquias hacia afuera.

Estas especies se han adaptado también para soportar las enormes presiones a grandes profundidades. Tanto que si se los sacara de golpe a la superficie estallarían como si se tratara de fuegos artificiales.

¿UN GATO CON LA BOCA ABIERTA?

Lo que para los humanos significaría que nos hemos quedado absortos mirando algo de máximo interés, el “quedarnos con la boca abierta”  por la relajación de la mandíbula, en el gato tiene un origen mucho más interesante…
Los gatos disponen de un especializado sistema que les permite olfatear y paladear al mismo tiempo.


Para comprender correctamente esta estrecha simbiosis entre el gusto y el olfato del gato, diremos que los felinos disponen de un órgano llamado órgano vomeronasal, “De Jacobsen” (un doctor Danés que lo descubrió hace más de 200 años) o Flehmen, una estructura tubular (dos conductos o canales nasopalatinos, entre la nariz y el paladar), quimiorreceptora (capaz de percibir sustancias químicas), situada tras los incisivos superiores, en el cartílago del septo nasal (“pared” que divide ambas fosas nasales), que permite "paladear" partículas gaseosas generalmente perceptibles por el olfato y no por el gusto.

La conexión con el cerebro de esta singular estructura se realiza con áreas asociadas a comportamientos sexuales, alimentarios, de defensa, sociales y secreciones neuroendocrinas. La información recibida por el órgano vomeronasal se transmite al sistema límbico, una zona especializada en las sensaciones (placer, miedo, ansiedad…).

El aire no atraviesa esta estructura si el animal no realiza una pose concreta: el comportamiento de Flehmen con la boca parcialmente abierta, los labios hacia abajo, la nariz arrugada… cerrando la ruta respiratoria normal y dirigiendo el aire hacia los incisivos; este comportamiento agranda la apertura de los conductos nasopalatinos y activa el mecanismo de succión del aire. De esa forma, el aire recogido es chequeado.

Esta acción tan sutil puede no ser evidenciada por los propietarios, y generalmente es utilizado para “analizar” la orina de otros animales, algo muy importante para los machos: podrán conocer la condición sexual de las hembras.

REPRODUCCIÓN DE TORTUGAS TERRESTRES

PERSECUCIÓN ENTRE TORTUGAS
La madurez sexual no depende tanto de la edad como del tamaño, y pueden alcanzarla entre los 7 y 10 años de edad. Las cópulas tienen lugar principalmente entre abril y junio. Durante este periodo, los machos persiguen insistentemente a las hembras, golpean con su caparazón el de ellas, y les muerden las patas. Pueden dedicarse obstinadamente a esta tarea gran parte del día, y a veces persiguen y tratan de montar a otros machos.
Si ponemos una hembra junto a diversos machos, sin espacio suficiente para que huya o se oculte, estos pueden llegar a dañarla seriamente con sus mordiscos.
Durante la monta, el macho se sitúa encima de la hembra, apoyándose en el suelo con las patas de atrás, y emite unos gemidos agudos y fuertes que sorprenden a los que no está familiarizado con sus costumbres.